Marcus
La oscuridad de la noche envolvía la antigua casa donde nos reuníamos, un lugar tan cargado de historia y secretos que las paredes parecían exhalar recuerdos con cada brisa fría que se colaba por las grietas. Las vigas de madera crujían bajo nuestros pies, y el eco de pasos distantes se mezclaba con el ulular del viento afuera. El silencio solo era roto por el leve murmullo de las hojas, un canto lúgubre que marcaba la espera antes de que el destino se pusiera en movimiento.
Yo estaba de pie frente a la mesa larga, donde el mapa antiguo se extendía, cubierto de símbolos que solo unos pocos podían leer. Mis dedos rozaban las marcas de tinta oscura que señalaban los portales, los nodos de energía, los puntos de vigilia donde los espejos se habían abierto antes. Cada marca era un recordatorio de lo que estaba en juego.
—Ethan está tomando conciencia —dijo una voz firme, surgiendo de entre las sombras.
Me volví y vi a Lena, su figura recortada contra la luz vacilante de las velas.