luz, una chica timida e inocente de 17 años, esta vive con su padre que despues de la muerte de su madre comenzo a tomar y a maltratar fisica y psicologicamente a luz adam black, medico prestigioso, este se topara en la vida de luz cuando esta llega en muy mal estado al hospital y desde ese momento se convirtio en su salvador la pequeña luz de sus ojos
Leer másSoy Luz, tengo 17 años, y mi vida es un infierno. Hace 7 años mi madre murió, dejándonos a mi padre y a mí solos. Desde ese momento, mi vida cambió por completo. Mi padre empezó a tomar y, con el tiempo, comenzó a maltratarme física y psicológicamente, convirtiéndome en una persona tímida e insegura. No tengo casi amigos en el instituto, solo una amiga: Hanna. Ella ha sido mi gran apoyo, siempre está ahí para mí. Me ha ayudado cuando más lo he necesitado, curando mis heridas después de que mi padre me golpea casi hasta matarme. Más de una vez me ha dicho que lo denuncie, pero no soy capaz, tengo demasiado miedo de lo que él podría hacerme.
—¡Niñata, ya llegué! - ¡Mierda! No hice la comida, se me pasó el tiempo.
—¿Dónde está la comida? —grita mi padre, y yo comienzo a temblar. —Papá... Se me pasó... Yo... - Siento cómo me golpea en la mejilla, haciéndome caer al suelo. —¡Eres una inútil! —grita enfurecido mientras me da una patada en el estómago, dejándome sin aire. —Basta, por favor... —le digo en un susurro, pero no me escucha. Sigue dándome patadas hasta que un golpe en la cabeza me hace perder el conocimiento.Adam Black
Son las 6 a. m., me despierto con un fuerte dolor de cabeza. Cuando miro a mi lado, hay una mujer desnuda. La muevo para que se levante.
—Vístete y lárgate —le digo seco. —¿Es en serio? —grita enfadada. —Te quiero fuera de mi casa. Si sigues aquí cuando salga del baño, te las verás conmigo. Entro a la ducha, escucho sus gritos, pero cuando salgo, ya no está. Respiro con tranquilidad. Odio dormir con esas mujeres.Hoy me toca la ronda nocturna en el hospital. Aunque es agotador, me gusta. Me subo a mi Audi y en 15 minutos llego.
—Doctor Black, buenas noches —saludan las enfermeras de forma coqueta. —Buenas noches, señoritas —respondo, poniendo mi sonrisa "moja-bragas". Todas se sonrojan.De repente, escuchamos los gritos de un hombre que entra al hospital llevando a una joven en sus brazos. Los enfermeros la ponen en una camilla y la llevan a una sala, dejando al hombre afuera.
—Esa te toca a ti —me dice la doctora Nora. —Ok, voy yo.Me coloco unos guantes y entro a la habitación. Hay enfermeras por todas partes, así que no logro verla bien.
—Necesito espacio para revisar a la paciente. Cuando se hacen a un lado, me acerco y quedo pasmado: es una joven de unos 17 o 16 años, llena de golpes en el rostro, con una herida sangrante en la cabeza. Levanto su blusa y veo que tiene hemorragia interna. —Hay que llevarla al quirófano. Tiene una costilla fracturada que parece haber perforado algo. Necesitamos radiografías.La operamos. Todo sale bien, pero quedo perplejo al ver la cantidad de moratones en su cuerpo. Está claro que esta joven es víctima de maltrato, y eso me llena de furia.
—¿Señor, usted es el padre de Luz? —pregunto al hombre.
—Sí, soy yo. ¿Cómo está mi hija? —responde, visiblemente nervioso. —Tiene una costilla fracturada, varios hematomas en el cuerpo y un golpe en la cabeza. Dígame, ¿cómo se hizo eso su hija? El hombre se pone más nervioso y pálido. —Tuvo un accidente, doctor. —¿Ah, sí? ¿Qué tipo de accidente? —De... de carro. Se estrelló. - No le creo ni una sola palabra. —Mire, señor, no le creo. Esos golpes no son de un accidente. Además, su hija tiene cicatrices antiguas. Dígame, ¿usted le hizo esto a su hija? - Abre los ojos como platos. —¡¿Está insinuando que yo maltrato a mi hija?! —grita. —Sí, ¿acaso no ve el estado en el que está?- Llega Nora, alarmada. —¿Qué está pasando aquí? —Este doctor insinúa que yo le pego a mi hija. —Cálmese, señor. Pero entienda que su hija llegó con múltiples lesiones. —¡Fue un accidente de carro! —Bueno, si es así, no le importará que llamemos a Servicios Sociales. El hombre palidece. —No es necesario, ya le dije que fue un accidente. —Insisto, señor, hay que llamar - Salimos, dejando al hombre hecho una furia. —Hay que llamar. Estoy 100 % seguro de que ese infeliz golpea a su hija —le digo a Nora.Al otro día, antes de irme a casa, me informan que la paciente ha despertado, así que decido ir a revisarla y asegurarme de que todo esté bien. Cuando abro la puerta, veo que está con su padre, quien le aprieta la mano con fuerza mientras ella intenta quitársela.
—¡¡Suéltela! —lo tomo del cuello y lo estampo contra la pared. Escucho cómo entra el de seguridad.
—Quiero que saquen a este hombre ahora mismo. —¡Hija, dile que no te estaba haciendo nada malo! —grita el hombre, pero ella no dice nada. —¡Díselo! —ella tiembla. —Él... él no hizo nada, por favor —dice con una voz hermosa, como música para mis oídos. —Sáquenlo. Quiero hablar con ella —ordeno.Lo sacan, y yo tomo una silla y la coloco al lado de su cama. Ella no me mira; juega con sus dedos nerviosamente.
—Voy a revisarte, ¿ok? —ella asiente con la cabeza. Reviso su costilla y noto que hace muecas de dolor.
—Tranquila, pronto pasará el dolor.Tomo su rostro y quedo maravillado al ver sus preciosos ojos grises. A pesar de que está llena de golpes, se ve hermosa. Por Dios, Adam, ¿en qué mierdas piensas? Ella es muy joven para ti.
—Bien, tus heridas están sanando bien.
—Gracias —responde bajando la mirada, pero yo se la levanto suavemente. —Nunca bajes la mirada, Luz.Ella se pone roja, y ese gesto me parece tierno.
—Ahora necesito que me digas algo. Dime, ¿quién te hizo todo esto? —Señalo su cuerpo y noto cómo se tensa.
—¿Fue tu padre? —¿Qué? No, él no fue, ¿cómo crees? —se pone nerviosa. La tomo por los hombros, y una corriente eléctrica recorre todo mi cuerpo. —Hey, tranquila. Dime la verdad. Yo puedo ayudarte para que ese infeliz no te vuelva a tocar, pero necesito que confíes en mí.Ella me mira con cara de pánico.
—Me encerrarán en un albergue para niños —dice en un susurro. —No, tranquila. No dejaré que eso pase. Yo te cuidaré. —M****a, ¿por qué dije eso? —¿No dejarás que me lleven a ese lugar? —pregunta, mirándome como si fuera su única salvación. —No, Luz, no te dejaré.Ella toma aire, y cuando levanta la mirada, tiene los ojos llenos de lágrimas.
—Fue mi padre... Él me golpea todos los días y... —Se pone a llorar, y siento que el alma se me rompe al verla tan destrozada. La abrazo para consolarla.En ese momento, entra la doctora Nora y se sorprende al verme en esa situación con la paciente.
—Lo necesito, doctor Adam —dice. Yo asiento y salgo.—No permitiré que tu padre entre a esta habitación, ¿ok? —Ella asiente y me da las gracias.
Fuera, le hablo a Nora:
—El infeliz de su padre sí le hizo eso. —Hay que llamar a Servicios Especiales —responde ella. —Sí, hazlo. —Me da tristeza, porque la pequeña pasará a esos albergues para menores, y no son buenos que digamos —dice Nora. —Lo sé, pero es mejor eso que permitir que su padre la siga maltratando. —Tienes razón. Voy a marcar.Dios, espero que todo salga bien.
Hoy era el gran día. Hoy me caso con el amor de mi vida. Después de dos meses de lo ocurrido con Sam, aquí estoy, a un paso de dar el “sí”.—¡Amiga, llegué! —Ana entra por la puerta principal llena de cosas en las manos, así que rápidamente la ayudo.—¿Qué es todo esto, Ana?—Amiga, es para ponerte hermosa y que Adam bote la baba con solo verte.—Está bien, vamos a ponerme bella. —Entramos a la habitación y Ana comienza a arreglarme.—¿Y el pequeño Eliot?—Está con su abuela. —Ah, sí, la nana de Adam apareció en el momento en que él le dijo que tenía un hijo y que se iba a casar. Desde que llegó, no se ha separado ni un solo instante de Eliot. La verdad, me alegra mucho que por lo menos tenga una abuela que lo consienta.—La nana adora a tu hijo.—Y él a ella. —Ana termina de maquillarme y comienza a peinarme. Luego me ayuda a ponerme el vestido de novia. En ese momento, llega la nana con mi príncipe, y al verme se le cristalizan los ojos.—Estás preciosa, querida.—Gracias, nana. —El
Despierto por el fuerte llanto de mi bebé. Veo el reloj y son las 7 a.m., así que me levanto y busco a Adam, pero no lo encuentro.—De seguro fue a trabajar —digo mientras tomo mi bata y camino al cuarto de mi bebé—.—Hola, mi príncipe, ¿tienes hambre? —Lo tomo en brazos, tratando de calmarlo para poder darle pecho. Cuando deja de llorar, me siento en la silla mecedora y comienzo a amamantarlo. —Eres mi mayor tesoro —acaricio su mejilla y sonrío al ver que es igualito a Adam. Cuando termina, se queda dormido, así que con cuidado lo coloco en la cuna y luego voy a darme un baño. Lavo mi cabello para relajarme de tanta tensión vivida. Después salgo y me pongo unos pantalones.Hoy quiero salir a dar una vuelta con Eliot, ambos necesitamos respirar aire fresco. Tomo mi bolso para ir por mi hijo, pero al llegar a la habitación, la sangre abandona mi cuerpo.—Sam... —Sam está cargando a mi hijo en sus brazos, mientras sostiene un arma en su mano derecha. —Hola, mi amor. —¡Suelta a mi hijo
Me suelto como puedo de Sam al ver cómo Adam se acerca peligrosamente, así que corro hacia él y me pego a su cuerpo, temblando. Este, al ver mi estado, rodea mi cintura con su brazo.—Tranquilo, Adam. Solo traía a mi pequeña después de una magnífica velada —dice Sam. Adam me mira como si quisiera matarme, y se pone tenso.—Samuel, vete mejor —le digo enojada. Este me sonríe y hace una señal con la mano, despidiéndose.—Adiós, mi amor. Adam trata de ir tras él, pero no se lo permito.—¡Tú! —me señala con el dedo—. Tienes mucho que explicar, así que adentro.Me siento en el sofá de la casa esperando a que Adam llegue para poder conversar, hasta que aparece con un vaso de whisky.—Ahora sí, Luz. Dime, ¿cómo coño estabas con ese hombre?Bajo la cabeza, pero luego pienso que todo lo que hice, lo hice por él, para que tuviera su maldita libertad.—Lo hice por ti. Él me mira como si no entendiera nada.—Explícate, Luz, porque ni te entiendo.—Sam me dijo que, si quería que retirara los car
Estoy en casa, sentada en la sala, esperando a que llegue Adam. Desde la discusión que tuvimos, no supe nada más de él y ahora me estoy comiendo prácticamente los dedos por los nervios que me produce no saber nada.Escucho la puerta abrirse, así que rápidamente me pongo de pie y corro hacia ella, pero cuando llego, me detengo en seco al ver a Adam con el rostro golpeado.—¡Dios mío! ¿Qué te pasó? —Me acerco a él, pero este me esquiva.—Déjame, Luz, quiero estar solo.—Adam, ¿qué pasó? ¡Responde! —le grito, enojada.—Le di su merecido a ese imbécil.—¿Qué? ¡Oh, Dios! ¿Se fueron a golpes?—Dios, Adam, ¿tú piensas que la solución es irse a golpes? - Este se voltea y me mira furioso.—¿Por qué lo defiendes?—¡No lo hago! Solo me preocupo por ti, no quiero que nada te pase.Me acerco a él e intento tocar su rostro, pero rápidamente se aparta.—Mejor déjame solo, Luz.Sale de mi campo de visión y, por lo que veo, entra al estudio. Suspiro y subo a mi habitación a dormir.Al despertar, lo pri
Siento los labios de Sam chocar con los míos. La verdad, es una sensación extraña, pero no se compara con lo que siento cuando Adam me besa, así que, de un empujón, lo aparto.—¡Eres un imbécil, Samuel! Agradece que tengo a mi hijo en mis brazos, porque si no, ya te habrías ganado una buena bofetada.Él agacha la cabeza como si estuviera arrepentido.—Lo siento, Luz. Me dejé llevar, no debí hacerlo, pero fue inevitable… Yo te amo.—¡Ya cállate, Samuel! Mejor me voy.Tomo las cosas de mi hijo y le doy una última mirada a Sam. Está sentado en la cama con las manos en la cabeza.—Gracias por todo.Bajo las escaleras, pero en ese momento escucho cosas quebrarse. Me debato entre subir a ver si está bien o irme para evitar más problemas. Finalmente, decido irme.Al llegar a casa, acuesto a Eliot y luego hago lo mismo con Adam, quien está profundamente dormido. Le quito los zapatos y el pantalón para que duerma más cómodo. Mientras lo hago, me pongo a pensar si debería contarle lo que pasó ho
Joder, aquí vamos...—Amor, Sam va a cuidarlo bien, deja los celos —este niega con la cabeza, algo enojado.—No voy a dejar a mi hijo con el hombre que le coquetea a mi mujer cada vez que tiene la oportunidad.—Primero que todo, es nuestro hijo. Y segundo, Sam no volvió a hacer eso, él respeta nuestra relación. Lo que pasa es que tú no confías en mí —ese último comentario le meto algo de dramatismo, así que me volteo, dándole la espalda con los brazos cruzados.—Amor, no digas eso —Adam se pega a mi cuerpo y me da leves caricias en los brazos.—Yo confío en ti, en quien no confío es en él.—Adam, solo quiero pasar una noche tranquila contigo y con mi amiga. Sam cuidará bien a nuestro hijo —este suelta un suspiro y me voltea para que lo mire.—Está bien, cariño, vamos a dejarle nuestro hijo al imbécil.Le doy un golpe en el hombro por decirle imbécil.—Bueno, ahora vamos, yo ya estoy lista —este, al verme, deja que una sonrisa se le forme en el rostro.—Hermosa como siempre.—Gracias, pe
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