Sofía
Sus labios se apartan de los míos, pero sus manos permanecen. No habla. No lo necesita. Todo en él grita el silencio después de la tormenta, o tal vez solo un calma aún más peligrosa. Su mirada me atraviesa como un fragmento de vidrio: cortante, precisa, sin escapatoria.
Entiendo que ya no es un juego.
No realmente.
Es una rendición. O una guerra.
— Desvístete.
No es una petición. No es una orden.
Es un ultimátum.
Me mantengo erguida. Mi respiración se acelera.
— ¿Y si digo que no?
Se acerca lentamente, como un depredador magnético. Su mirada se aferra a la mía, ardiente con un fuego que pretendo no sentir.
— Entonces lo haré en tu lugar. Pero sabes que prefieres obedecerme. Incluso cuando odias eso.
Apreto los dientes.
— No soy tu cosa, Elio.
— No, eres peor que eso. Eres mía... incluso cuando luchas contra ello. Lo eres en tu rabia, en tu huida, en esa mirada que busca la guerra solo para sentir que estoy aquí.
Quisiera gritar, abofetearlo de nuevo.
Pero bajo la cr