La tarde parecía suspendida en un silencio antinatural cuando Dante cerró la puerta del despacho con un golpe seco. La tensión acumulada durante los últimos días lo estaba desgastando más de lo que admitía, pero no podía permitirse flaquear. No cuando Serena, Mikhail, Iván y todo su círculo estaban en la línea más delgada que habían enfrentado hasta ahora.
El eco del portazo todavía vibraba en los pasillos cuando el Alfa exhaló profundamente, hundiendo los dedos en su cabello. La operación de los últimos capítulos había sido un éxito… pero el precio emocional estaba comenzando a fracturar incluso a los más fuertes.
Isabella seguía encerrada en una celda subterránea, su mente tambaleándose entre el miedo y la arrogancia vacía. Había jurado que ya no tenía secretos por revelar, pero Dante sabía leer a la gente. Ella ocultaba algo más… algo que podía volverse un veneno en cualquier momento.
Y luego estaba Serena.
Su reciente desmayo no había sido un simple síntoma de estrés. Los médicos