Camila se detuvo en seco al entrar a la casa y ver a Isabel Ferrer, la madre de Alejandro, sentada elegantemente en el sofá de la sala. Su porte impecable y mirada inquisitiva hicieron que Camila respirara hondo antes de hablar.
—Hola, Camila, te estaba esperando —dijo Isabel, con un tono que mezclaba amabilidad y cierta autoridad.
—Hola, señora Ferrer —respondió Camila, intentando mantener la compostura mientras dejaba las bolsas que llevaba en la mano.
En ese momento, su madre y Rica entraron detrás de ella. Camila se giró hacia su madre y le dijo con calma:
—Mamá, ¿puedes llevar a Rica a su habitación, por favor? —dijo, buscando evitar que su hermana estuviera presente en lo que parecía una conversación seria.
—Está bien, hija —respondió su madre, lanzándole una mirada comprensiva antes de tomar a Rica de la mano y despedirse educadamente. —Con su permiso, señora.
Isabel asintió levemente, observando cómo las dos se retiraban. Una vez que quedaron solas, Camila respiró hondo nuevam