Camila seguía abrazada a Adrien, sollozando contra su pecho, sintiendo un dolor que no lograba comprender del todo. Sus lágrimas empapaban la camisa de él, pero Adrien no hizo el más mínimo ademán de apartarla. Solo la sostenía, acariciándole la espalda con ternura infinita, como si su calor pudiera ahuyentar las tormentas que asolaban su alma.
Su mente era un torbellino de preguntas sin respuesta. ¿Por qué haría algo así? ¿Qué habría sido tan grave como para obligarla a cambiar su identidad? ¿Qué vida había tenido antes de convertirse en Valentina Suárez? Cada pregunta era como una espina que se clavaba más hondo en su pecho.
Con un temblor en los labios, Camila alzó la mirada hacia Adrien. Sus ojos, aún húmedos, brillaban bajo la suave luz de la luna. Con dedos temblorosos, acarició el rostro de Adrien, dibujando el contorno de su mandíbula con la yema de sus dedos, como si buscara asegurarse de que él era real, de que no se desvanecería como un sueño.
—¿Tú sabes cuál fue la causa..