Camila, con la puntualidad que siempre la caracteriza, se dirige a la cafetería de empleados a la hora del almuerzo. Lleva su bolso al hombro y en sus manos una pequeña libreta donde ha estado anotando las tareas pendientes del día. Al entrar, observa el amplio espacio lleno de mesas, donde varios empleados ya se encuentran comiendo y conversando animadamente.
—Este lugar es enorme —murmura para sí misma, mientras escanea la sala en busca de un lugar libre.
Finalmente, encuentra una mesa cerca de una ventana y se sienta, sacando el almuerzo que preparó su madre esa mañana. Se relaja un poco al sentir el ambiente más distendido y escucha el murmullo de conversaciones ajenas, reconociendo a algunos compañeros de trabajo que cruzan miradas amistosas con ella. Al abrir su recipiente de comida, siente una leve nostalgia y una mezcla de nervios al recordar la propuesta que Alejandro le hizo.
—"¿Un matrimonio de contrato?" —se pregunta en voz baja, como intentando comprenderlo todo de nuevo—