“Una esperanza entre sombras”
La luz del sol apenas comenzaba a filtrarse por los ventanas del hospital, tiñendo de dorado los fríos pasillos blancos y silenciosos. A esa hora, solo el murmullo lejano de las enfermeras, el sonido intermitente de monitores cardíacos y el eco de pasos suaves acompañaban el ambiente.
Adrien caminaba por el pasillo con paso firme, pero sus ojos revelaban el cansancio de muchas noches sin dormir. Llevaba una chaqueta negra y jeans oscuros, el rostro sin afeitar, el cabello ligeramente desordenado. No era el hombre elegante que solía mostrarse en sociedad. No ese día. Ese día era simplemente un hijo preocupado… y un hombre dispuesto a proteger con su vida a la mujer que amaba.
Al llegar al final del pasillo, una mujer de rostro amable y mirada cansada se levantó de un pequeño sillón de espera. Su madre.
—Hijo… por fin llegas —dijo con voz suave, caminando hacia él con los brazos extendidos.
Adrien la abrazó con fuerza, apoyando el rostro en su hombro.
—Tra