La sala de conferencias del hospital estaba impregnada de un silencio tenso. Alejandro, Irma, Adrien y Ricardo estaban sentados alrededor de una mesa, esperando ansiosamente la llegada del Dr. Herrera, el neurólogo encargado del caso de Camila. La puerta se abrió y el médico entró con un expediente en la mano; su rostro serio reflejaba la gravedad de la situación.
—Buenas tardes —saludó el Dr. Herrera, tomando asiento frente a ellos—. Gracias por venir. Revisó los resultados de los solicitudes y es importante que discutamos lo que hemos encontrado.
Alejandro se inclinó hacia adelante, sus ojos fijos en el médico.
—Doctor, por favor, díganos qué le sucedió a Camila. ¿Por qué todos creímos que estaba muerta?
El Dr. Herrera avanzó y abrió el expediente.
—Según los análisis, Camila fue inducida a un estado de catalepsia mediante la administración de una combinación de fármacos, específicamente ketamina y escopolamina.
Ricardo frunció el ceño.
—¿Catalepsia? ¿Eso no es una condición neuroló