—Me voy a ver como una mujer ansiosa por casarse, madre — dijo Anastasia una vez saliendo de la modista.
—De ninguna manera. Simplemente te verás hermosa.
—Pero…
—Anastasia será mejor que no digas nada. Ese vestido se te vera bien y punto. Y por favor, cuando llegue el día del baile espero verte accesible con el lord Renfield, recuerda que esta es nuestra oportunidad de oro para conseguir que se enamore de ti y te pida matrimonio.
Anastasia se paró en seco y cruzo los brazos.
¿Y ahora qué? — preguntó desesperada su madre.
—Solo te falta ponerme desnuda en una bandeja y ofrecerme a él.
—Anastasia no digas tonterías. Ese hombre te conviene. Podría salvarte de la ruina en la que nos encontramos.
—Tengo una condición.
Lady Bernarda se llevó ambos dedos a la cien, de tal palo tal astilla. Su hija era la viva imagen de su esposo, hasta para sacar sus condiciones en eso eran idénticos.
—No estás en posición de hacer condiciones — dijo su madre. — Ahora camina y vamos de regreso a casa.
Al ve