Arlen y Anastasia permanecieron varios minutos platicando en el jardín, hasta que él se despidió y como no quiso salir por la puerta principal para no toparse con el imbécil que tenía por cuñado, decidió cruzar el amplio jardín y salir por ahí.
De hecho ella tampoco deseaba entrar a la casa y encontrarse con los dos, seguramente estaban en su despacho o probablemente observándola desde la sala. Deisy se acercó a ella, llevaba una pelota en el hocico, pero no estaba de ánimos como para jugar con ella. El animal al comprender el estado de su ama, soltó la pelota y recargó su cabeza sobre sus piernas, esperando un cariño de su parte.
Anastasia esbozó una sonrisa y acarició el cabello sedoso del animal.
—El clima aquí es fantástico, nada que ver al de Toscana.
Escuchó la voz de Amara, pero decidió ignorarla aun y cuando ella tomó asiento a su lado. Pero un pensamiento atravesó como un rayo en su cabeza.
¿El muy maldito estaba en Toscana, con ella?
Mientras ella sufría amargamente su perdi