- ¡Mamita!.- La pequeña niña soltó la mano de Daniel y corrió a los brazos de su madre, apenas Aura y Alexein lograron llegar a la planada.
Las luces de los carros patrulla iluminaban el lugar, junto a las luces del helicóptero que se elevaba en ese momento.
La brisa nocturna les revolvía el cabello con gentileza, llevando consigo la paz y tranquilidad que desde hacía mucho tiempo atrás se les hacía esquiva.
La castaña abrazó a su hija con fuerza, mientras las lágrimas de alivio y alegría corrían libremente por sus mejillas.
- Todo acabó mi amor... Ya todo acabó.- Susurró, mientras le acariciaba el cabello con dulzura.
- Tendremos que molestarte de nuevo.- Orien se acercó, llamando la atención de Aura.
Esta se puso en pie, mientras sentía como la niña se soltaba de su mano y corría a los brazos de su padre.- Dígame.
- Necesitamos llevar a los niños para que los médicos les realicen estudios y así poder tener un informe más detallado sobre los daños físicos y psicológicos que pudiesen