La iglesia, adornada con flores blancas y azules ya se encontraba llena y todos los invitados cuchicheaban ansiosos entre sí, esperando la llegada de los novios.
- Papá, ¡Ya calmate por favor!. Me vas a marear.- Dafne reprendia a Dorian, quién no paraba de caminar de un lado a otro nervioso.
- ¡Lo siento!. Es que... ¡No puedo evitarlo!. Tanta felicidad... Me parece un espejismo.- El hombre respondió, parando sus pies por fin.
- Te entiendo papá, pero esta vez no será así.- La mujer se acercó y lo tomó de los hombros, pues su enorme barriga ya no le permitía abrazarlo.
- Daf tiene razón: Aria y Nereo ya no podrán hacer algo para que esta boda no se lleve a cabo.- Daniel palmeó su hombro, tratando de tranquilizarlo.
El sonido de un celular los sacó de su pequeña discusión. Daniel lo sacó de inmediato de su bolsillo y lo revisó con rapidez.
- Es Aura. Ya están por llegar.- Daniel guardó el aparato de nuevo.- Vamos adentro.- El ojiazul tomó a Dorian del brazo.
- No. Yo...
- Haz caso papá.