Tras ser vendida por su padre para cancelar una deuda, Aura solamente anhela la libertad que le fue arrebatada y proteger a su hija con su vida si es necesario. Alexein un guardaespaldas, desea enterrar el oscuro pasado que lo persigue y sobre todo dejar de amar a aquella mujer que sólo le ve como un amigo y que ya se encuentra casada. Ambos están rotos y aunque se nieguen a admitirlo, son el complemento perfecto para el otro. Piezas que aunque no encajan perfectamente, son lo que necesitan para volver a vivir. - ¿Te quedarías conmigo aún sabiendo que no valgo nada?. - Para mi lo vales todo Aura. No importa cuál sea tu pasado, Yo contigo y tú conmigo siempre. Nunca lo olvides por favor.
Leer másEran las siete de la noche y todo gritaba lujo y esplendor en toda la mansión. Fernando de la Rosa había lanzado la casa por la ventana, y más allá de un recibimiento cálido, era también la oportunidad perfecta para derrochar dinero a lo grande y presumir de su vasta riqueza. Quería demostrar a los Ferrer por que él era su mejor opción como socio.
Era un experto en negocios y había construido su imperio desde cero. Era inteligentemente frío y calculador. Un tigre sin escrúpulos en los negocios y en cualquier ámbito de la vida, todo un prodigio de los números y el análisis. Llevaba años intentando conectar con aquella rica y poderosa familia y por fin lo había conseguido. Una hermosa mujer se encontraba en una enorme habitación color rosa, con una cama tamaño king, una cama estilo cuna, y un enorme guardarropa que cubría una de las paredes. También había un enorme tocador, una enorme puerta caoba que daba a un baño muy grande, una zapatera y un depósito de juguetes. La habitación tenía un enorme ventanal que nunca se abría y por el que sólo podía verse el exterior. En fín, todo en aquel lugar era enorme y vacío. La joven y hermosa mujer se llamaba Aura y esa era la habitación que compartía con su hija, Berenice, cuando aquel hombre no la obligaba a dormir con él. Justo en aquel momento peinaba con ternura, delicadeza y total parsimonia el largo cabello castaño de su pequeño sol como ella le llamaba, tratando de retrasar en toda la medida de lo posible bajar a aquel circo del que definitivamente no quería participar. Había visto por la ventana de la habitación mientras se terminaba de arreglar, los tres coches de lujo que habían ingresado a la mansión, alardeando de los ceros en sus cuentas, sonriendo con hipócrita cortesía, igual que el anfitrión. También había visto como las alarmas de seguridad de toda la casa y sus alrededores habían sido desactivadas, como acto de confianza hacia las visitas, y eso era mucho más importante que lo demás. Sus pies se movían sin parar presa de los nervios y sus ojos viajaban una y otra vez a un punto en específico, dónde se encontraba un pequeño y raido maletín que había escondido debajo de su cama, comprobando con una creciente ansiedad, que no se notara su existencia o de lo contrario... Estarían perdidas. Esa era su noche, su oportunidad tan preciada y no podía perderla. Ese tenía que ser el día en el que por fin podría abandonar esa m*****a jaula de oro a la que había sido confinada y extender sus alas a su tan ansiada libertad. Esa fecha debía ser recordada como el comienzo de una nueva historia, como el comienzo de una vida nueva junto a su hija. Le cumpliría aquella promesa a su abuela y buscaría a su familia materna, iría por su abuelo a costa de lo que fuera. Tenía la esperanza que no le darían la espalda. Había planeado todo tan meticulosamente que no podía fallar, e incluso si todo parecía ir en su contra, no retrocederia tan fácil. Usaba sus joyas más caras, las cuáles vendería para obtener algo de dinero, aparte de las que había dentro del destartalado bolso, donde también se encontraba una cartera llena con todo el dinero que había sido capaz de conseguir, sin levantar sospechas. Había sido obediente, sólo para conseguir su objetivo. Había lanzado su dignidad al trasto con tal de alcanzar su más anhelado sueño. Se sentía asqueada al recordar su sumisión hacia ese intento de ser humano, pero en la guerra todo se vale y ella había tenido que jugar sucio para alcanzar su meta, aún cuando sentía repugnancia por sus mismas acciones. El sonido de la puerta la sacó de sus cavilaciones y de inmediato trató de esconder bajo una máscara de petrea frialdad, el miedo, la angustia, la ansiedad y todos los sentimientos que se desbordaban como un río en su interior, pero sobre todo la esperanza, que en aquel momento bailaba en el fondo de su alma. Como una llama danzarina abatida por el viento que a pesar de todo, se negaba a apagarse. - Adelante.- Su voz sonó con aquel tinte monótono que adoptó con el tiempo y que Fernando odiaba cuando era dirigido hacia él. La puerta se abrió de golpe, revelando la esbelta figura de una hermosa pelinegra, de mirada despectiva y sonrisa arrogante. La preciosa secretaria de aquel hombre y una de las tantas amantes de su captor. - Fer te está esperando. - Un atisbo de envidia y odio se vislumbró en la mirada de Mariana Santander, al ver el atuendo despanpanante y las caras, finas y lujosas joyas que Aura portaba aquella noche. Mientras que el desdén se desbordaba en cada una de sus palabras. Odiaba a aquella mujer por ser tan hermosa, la odiaba por poseer lo que ella sólo podía soñar. - Voy enseguida. - Aura se puso en pie con gracia, haciendo que el vestido turquesa con mangas largas cayera a sus pies. -Quédate aquí mi amor, mamá volverá contigo en un momento. - Besó la frente de su hija con ternura y le guiño un ojo, antes de suspirar y adoptar aquel porte elegante que exigía la ocasión. Debía hacer las cosas perfectamente bien, de lo contrario todo se iría por el caño. La pequeña Berenice asintió y fue a sentarse a la cama de su madre, abrazando su pequeño perrito de peluche. Con tan sólo seis años, ella sabía que debía obedecer, su padre le había enseñado perfectamente bien el precio a pagar por un pequeño error. Además, no quería causarle problemas a su madre, no aquella noche tan importante para las dos. Aura pasó junto a Mariana ignorandola por completo, con la mirada altiva y haciendo oir sus tacones con el golpe rítmico de sus pasos. Debia satisfacer a aquel demonio de la manera que fuese, y en el momento justo, provocarlo, aún sabiendo que aquello era una completa locura. No tenía opción. Sería la última noche, se decía a si misma dándose ánimos, suplicando en su interior que sus ruegos fuesen escuchados. Apretando las manos para darse valor y haciendo a un lado con bastante dificultad, todos los pensamientos negativos que empezaban a ahogarla. No. Esa noche sería perfecta, de su cuenta corría que lo fuera.Cinco años después...Camino despacio entre las lápidas, con la fría brisa de la mañana acariciando mi rostro y moviendo mis cabellos a su antojo.Escondo una de mis manos en el bolsillo de mi abrigo, buscando un poco de calor, mientras que en la otra llevo un ramo de rosas blancas, cuyo olor me hace cosquillas en la nariz.Me detengo frente a aquellas lápidas gastadas por el tiempo, las cuales estamos pensando restaurar con mamá.- Hola papá. Días sin vernos.- Quito las flores ya marchitas para colocar las nuevas, mientras observo su rostro que me sonríe desde la fotografía.- Aura no pudo venir conmigo esta vez, pues como ya debes saber, ayer nació nuestra pequeña Olympia. Estaba emocionado por venir a contartelo y apenas pude verlas, vine corriendo.Me pongo de rodillas frente a su tumba y acaricio su fotografía con ternura.- Los mellizos y Berenice están emocionados por la llegada de su nueva hermanita, especialmente Darío, quién ya está pensando seriamente en tomar clases de defen
El viaje fue largo y Aura terminó quedándose dormida.Alexein la observó con una sonrisa en los labios y con sumo cuidado, la arropó con una manta, mientras la acomodaba mejor para que no fuera a sufrir algún malestar al despertar.Miró por la ventanilla, sintiendo que la noche era eterna pues debido a la diferencia horaria, habían salido de noche y llegarían a su destino de noche, apenas y había visto el día por un breve instante.Berenice se había quedado con Daniel y Dafne, pues ambos aseguraron que después harían un viaje familiar pero el de ese momento, tendría que ser solo para ellos dos y Alexein se encontraba completamente de acuerdo.- Estamos llegando.- Demeter avisó por el intercomunicador.Alexein abrochó su cinturón.- Aura... Cariño... Llegamos.- Susurró al oído de esta, viéndola bostezar y estirarse.Le ayudó a abrocharse el cinturón y esperaron pacientemente a que Demeter diera la orden para poder abandonar la nave.La castaña pegó su rostro a la ventanilla y sus ojos s
- ¡Te ves guapisimo mi amor!.- Caliope besó las mejillas de su hijo, con sus ojos brillantes por la emoción.- Eres el novio más guapo que he visto.- Gracias mamá.- Alexein la abrazó.- Es normal que sea guapo, siendo tu hijo no se podía esperar más.- Ares sonrió ante el tímido gesto de la mujer.- No creas que por lanzarme piropos voy a perdonarte si haces sufrir a mamá.- Alexein lo señaló con un dedo amenazante.- Lo sé, lo sé y soy consciente de lo que me espera sino me comporto a la altura.- Ares levantó sus brazos en señal de rendición.- Ahora ven. Yo también quiero abrazarte y felicitarte muchacho.- Se acercó a Alexein y palmeó su espalda con cariño, rodeandolo con sus brazos.El ojigris correspondió el gesto, con un sentimiento cálido en su pecho.En toda su vida, nunca imaginó que habría alguien capaz de amarlo sin condiciones y que estaría dispuesta a compartir su vida con él y mucho menos que en ese día tan especial, su madre estaría a su lado.Si se lo hubieran dicho tres a
- ¡Ya deja eso hombre!.- Daniel le dió un manotazo al ojigris, al ver a este moviendo la pajarita de su traje por enésima vez.- ¡Ay!. ¡Este es el día más hermoso de mi vida!.- Demeter dijo de forma dramática.- Ver a Alexein a punto de desmayarse de los nervios es el más grande regalo que la vida ha podido darme.- Su voz soñadora cargada de burla, hizo que el ojigris rodara los ojos.- ¡Oh!, ¡Cállate Demeter!.- Alexein le lanzó un cojín, el cuál el contrario atrapó antes de que se estrellara de lleno en su cara.- Dicen que el que escupe para arriba, le cae en la cara y cuando sea tu turno... Me las vas a pagar todas de una vez.- Yo te ayudaré a burlarte, no te preocupes.- Enzio también se sumó a la disputa.- Tú no deberías decir nada.- Demeter lo fulminó con la mirada.- No creas que no te vi de ojo alegre con Iris el otro día.- ¡Cállate!.- Pues no me callo.- No me provoques Demeter... Que yo también tengo tus secretos en mis manos.- Enzio posó su brazo en el hombro de Demeter, mi
- ¡Qué vivan los novios!.- Dafne gritó con entusiasmo, al ver a sus padres ingresar al salón dónde se llevaría a cabo la recepción.Todos se unieron al aplauso colectivo, mientras Dorian y Casandra, con una sonrisa de felicidad pura, saludaban a todos sus amigos.Una música suave comenzó a sonar y los novios bailaron al ritmo de esta, entre sonrisas complices y los flashes de las cámaras de la prensa, pues cómo miembros de una de las familias más adineradas del país, aquello indiscutiblemente no podía faltar.- ¿Todo está listo?.- Casandra le preguntó a Dorian en un susurro, a pesar de que estaban solos en la pista de baile.- Sí. Ya los chicos tienen lista la pancarta en el escenario, sólo esperan nuestra señal.- Dorian besó la frente de su esposa, tratando de calmarla.- Bueno. Entonces no hay duda de que muy pronto tendremos otra boda.- La pelirroja sonrió, mirando a su sobrina que observaba todo desde la distancia, junto al ojigris.La música dejó de sonar y nuevamente los aplauso
La iglesia, adornada con flores blancas y azules ya se encontraba llena y todos los invitados cuchicheaban ansiosos entre sí, esperando la llegada de los novios.- Papá, ¡Ya calmate por favor!. Me vas a marear.- Dafne reprendia a Dorian, quién no paraba de caminar de un lado a otro nervioso.- ¡Lo siento!. Es que... ¡No puedo evitarlo!. Tanta felicidad... Me parece un espejismo.- El hombre respondió, parando sus pies por fin.- Te entiendo papá, pero esta vez no será así.- La mujer se acercó y lo tomó de los hombros, pues su enorme barriga ya no le permitía abrazarlo.- Daf tiene razón: Aria y Nereo ya no podrán hacer algo para que esta boda no se lleve a cabo.- Daniel palmeó su hombro, tratando de tranquilizarlo.El sonido de un celular los sacó de su pequeña discusión. Daniel lo sacó de inmediato de su bolsillo y lo revisó con rapidez.- Es Aura. Ya están por llegar.- Daniel guardó el aparato de nuevo.- Vamos adentro.- El ojiazul tomó a Dorian del brazo.- No. Yo...- Haz caso papá.
Último capítulo