Sin piedad

Capítulo XIV

Maximiliano

Después de que Camila se fue, me dirigí a mi despacho sin mirar atrás, sin darle importancia a la fiesta. Llegué y cerré la puerta tras de mí. Scarleth y mi madre insistían en que les abriera, pero yo estaba furioso, confundido por la mirada que Camila me había lanzado. ¿Cómo podía decir que la engañé, si había sido ella quien me traicionó? Lo que me llenaba de coraje era su confianza al decir que no me había engañado. Golpeé la mesa y tomé una botella que tenía a la mano; sin pensarlo, di un gran trago, pero no ayudó a aclarar mi mente ni a decidir cuál sería mi siguiente movimiento.

Golpeé la mesa de nuevo, incapaz de soportar el vacío que dejaba la mirada de Camila. Cada trago me quemaba por dentro, pero no lograba apagar la furia ni la incertidumbre que me consumían. ¿Cómo podía tener tanta certeza de su inocencia? Cada palabra suya resonaba en mi cabeza, retumbando como un desafío que no estaba dispuesto a aceptar.

Me levanté y caminé de un lado a otro, l
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