Capítulo XCVI
Clarissa
Se acerca un mesero joven, con un mandil negro impecable y una sonrisa tranquila.
—Buenas tardes, bienvenidos —saluda mientras deja dos vasos de agua con rodajas de limón en la mesa—. ¿Desean algo de tomar mientras revisan el menú?
Rafael hojea rápido, sin soltar mi mano.
—Para mí, un vino blanco —pide con esa seguridad tan suya.
—Yo también, por favor —agrego.
—Enseguida —responde el mesero, y se aleja.
Rafael me mira desde detrás del menú, con una ceja levantada.
—¿Qué se te antoja, amor?
—No sé… todo huele delicioso —respondo mientras observo el interior del restaurante: amplio, moderno, con tonos cálidos y una iluminación suave que cae desde lámparas doradas suspendidas. El aroma a pasta fresca, ajo y mantequilla derrite cualquier resistencia.
Rafael sonríe.
—Tengo antojo de algo rico… tal vez el salmón con risotto al limón.
—Se ve rico, ese platillo —dice, mirando el menú—. Yo creo que pediré lasaña o quizá el osobuco… no sé, todo se ve bien.
El mesero regr