Capítulo XLV
Scarleth
Voy a usar a este bebé a mi favor, haré que Maximiliano se sienta culpable, por lo que le hizo a su bebé. Toco mi vientre y sonrío con frialdad.
El otro día que fui a la cocina y vi una escena de una telenovela que estaba mirando Miranda, me llamo la atención. Esbozo una sonrisa y me dirijo a una farmacia.
Una vez en mi departamento, me encamino directo a mi habitación. Cierro la puerta, tomo aire y dejo que el silencio me envuelva.
En mi mente, todo encaja: si Maximiliano no viene a mí… tendré que obligarlo.
Saco el catéter de mi bolso y lo observo por un instante; un instrumento tan simple… y tan útil para mi propósito.
Me siento en la cama, coloco el tubo con precisión y comienzo a extraerme sangre. Respiro hondo, el leve ardor apenas me inmuta.
Cada gota que cae al frasco es una promesa: esta vez, él volverá.
Ya que junté la cantidad que necesito, lo vertí entre mis piernas, lo dejo correr por mis muslos, como si algo en mi interior se estuviera desprendiendo