Capítulo LXXII
Maximiliano
Lo encuentro hablando animadamente con unos colegas, riendo y gesticulando con entusiasmo. Debo acercarme. Respirar. Recordarme que aún puedo manejar esto.
—Sebastián —digo, interponiéndome entre él y los demás—. Un gusto verte.
Se voltea, sonríe, y le devuelvo la sonrisa. Profesional.
Lo analizo mejor y noto un parecido… a Camila.
Frunzo el ceño, confundido.
¿Cómo es posible eso? ¿Por qué se parece a Camila… o más aún, a Emiliano?
Mis ojos recorren cada detalle: la manera de mover las manos, la postura, incluso la forma en que sonríe.
No puede ser…
Cada gesto me resulta extrañamente familiar, demasiado parecido a Emiliano.
¿Cómo es posible que haya un hombre tan parecido a Emiliano?
Carraspeo discretamente.
—Maximiliano Sandoval.
Le extiendo la mano. La toma, firme, y por un instante siento ese extraño deja vu recorriéndome la espalda.
Sus ojos me estudian, y no puedo evitar sentir que hay algo más detrás de esa sonrisa.
—Mucho gusto. ¿En qué puedo ayudarte