Capítulo VI
Camila Velarde
Las dos semanas de viaje se fueron volando, Maximiliano y yo la pasamos bien, aunque hubo ocasiones que me hizo enojar por su forma arrogante que se comportó en uno de los restaurantes en los que visitamos.
Tomé muchas fotografías, la Torre Eiffel es maravillosa, su vista desde arriba me encantó. Me la pasé genial en el paseo en barco que hicimos, fue un momento inolvidable.
Al llegar a Guadalajara, el chófer de Maximiliano ya nos espera en el aeropuerto. Toma las maletas y las acomoda en la cajuela de la camioneta.
En el trayecto hacia su casa me siento tensa; mi corazón late deprisa. Respiro hondo con disimulo mientras miro por la ventana, sin querer que Maximiliano note cómo me siento.
Cuando llegamos, me quedo boquiabierta. La casa de Maximiliano es impresionante, mucho más grande que la mía. Está decorada con un estilo clásico y elegante; la entrada principal tiene un hermoso jardín verde con flores. Apenas cruzas el umbral, un gran recibidor y las escal