Capítulo 28– El pomo que no giré

El penthouse estaba en silencio. Tan pulcro, tan quieto… que parecía burlarse de él.

Kilian cerró la puerta con suavidad, como si el ruido pudiera delatarlo. El abrigo le pesaba más de lo habitual, impregnado de un perfume que no le pertenecía. Sus zapatos resonaban como si caminara sobre hielo fino. Cada paso hacia el pasillo era una traición.

Se detuvo frente a la puerta del dormitorio. La luz estaba apagada al otro lado. Tal vez Céline dormía. Tal vez lo esperaba. Tal vez… lo sabía.

Posó la mano sobre el pomo. Su piel estaba helada. Comenzó a girarlo, con lentitud, apenas unos milímetros.

Pero no lo abrió.

No tenía derecho.

No después de lo que acababa de hacer. No con los labios de otra mujer aún presentes como una sombra en su boca.

Dio un paso atrás. Otro. Se apoyó contra la pared como si le faltara el aire. Cerró los ojos.

Caminó en puntillas hasta el pasillo de los niños. Empujó la puerta con cuidado. Elian dormía abrazado a un peluche viejo. Yvania tenía la pierna fue
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