🕰️ 15 años después.
El aire olía distinto. No era libertad. Era polvo viejo, mezcla de óxido y tierra húmeda. Cuando Kilian cruzó la última reja, el frío se le metió hasta los huesos, como si el mundo entero lo estuviera probando. Nadie lo esperaba. Solo el abogado, de pie bajo el cielo nublado, con un portafolio y una mirada que no preguntaba nada. El mundo no se detuvo. Tampoco lo extrañó. Tampoco lo esperó. El frío lo golpeó como un viejo conocido que no sabía si saludar o escupirle en la cara.
No preguntó por nadie. No hubo a quién preguntar. Sabía que su madre había muerto hace dos años. Que no lo quiso en su entierro. Que Céline y Matthias la cuidaron hasta el final. Lo supo, y lo aceptó como quien se traga una piedra por pan. Dolía, pero no sorprendía.
Durante años se preparó para esto. Terapias, lecturas, cartas. A veces pensaba que escribía para sí mismo, que los nombres de Elian y Yvania eran excusas para seguir hablando con alguien. Jamás obtuvo respuesta. Y tampoco la