Me encontraba sobre Pavel, con los brazos acurrucados contra su pecho mientras que por detrás Alexei me sostenía las caderas, mi respiración se aceleraba, al sentir el calor de sus miembros moviéndose vigorosamente en mi interior, reclamándome. La tensión recorriendo mi piel en un escalofrío delicioso. Pavel estaba utilizando sus manos seguras mientras recorría mi cuerpo con un dominio que me hacía estremecer. Alexei, por detrás, deslizó sus labios por mi cuello, besándome hambriento mientras sus manos exploraban mis pechos, asegurándose de que todo en mí estuviera relajado y receptivo.
—¿Te sientes cómoda? —murmuró Alexei, su voz cargada de un anhelo que no esperaba de un hombre tan imponente como él.
Asentí, incapaz de encontrar las palabras adecuadas.
—¿Te gusta? —insistió Pavel, su tono lleno de preocupación que contrastaba con su actitud durante la cena.
—Si —respondí en un susurro sonrojada por lo posesivos que eran con mi cuerpo—. Me encanta.
Alexei, impaciente, continuó be