Capítulo 14. El Precio de mi madre.
Habían pasado días desde la última vez que Lucas estuvo en mi habitación. Días que se sintieron más largos y pesados que semanas.
La pasión desenfrenada del último encuentro había dejado una marca emocional terrible, y el silencio de la mansión ahora se sentía más opresivo que nunca.
Nora, al parecer, no se sentía tan cómoda con la situación. Mi confrontación con Lucas y la intensidad del encuentro la debieron haber puesto furiosa.
Yo estaba muy sola. Los pocos momentos de paz y calor humano que me daba Carmen habían desaparecido. Era más que obvio: Nora le había prohibido a Carmen que hablara conmigo, sellando mi aislamiento.
Mi vida se había convertido en un constante estado de vigilancia. Estaba vigilada por todos lados: las cámaras, las empleadas que caminaban con cabezas bajas y, sobre todo, por Mark.
Mark me seguía como una sombra silenciosa. Un hombre atractivo, sí, pero que no me dirigía ni una palabra. Era una estatua de músculo y seriedad.
Era claro que, al igual que Violet,