Capítulo 15. La Prueba de Embarazo.
De vuelta en la mansión, sentía la soledad como una manta pesada. La visita a mi madre, Lourdes, había sido un consuelo y una condena al mismo tiempo; ahora sabía por qué luchaba, pero la mentira sobre mi trabajo me atormentaba.
Había decidido caminar por los jardines, buscando un rincón donde la vista de Nora no me alcanzara. Me senté en un banco, justo debajo de un árbol frondoso. El aroma de la tierra y las flores era lo único que me conectaba con la vida exterior.
Miraba fijamente las flores, añorando mi antigua vida, mi pequeño apartamento compartido con mi madre. Añoraba la libertad. Ahora, mi vida sencilla se había convertido en la de un "vientre comprado", atrapada entre cuatro paredes como una reclusa.
—La mansión es preciosa, pero sigue siendo un calabozo —me dije a mí misma con amargura—. Aquí no tengo voz, solo un propósito biológico.
La ironía me estrangulaba. De repente mis ojos se dirigieron a mi costado. Allí estaba Lucas. No vestía su habitual traje de negocios; estab