Capítulo 93. El Precio del Amor
Ramiro estaba en un laberinto estrecho de pasillos pintados de color crema pálido.
— ¡Aura! —llamó, la voz ronca por el miedo y el esfuerzo. Su grito se sintió pequeño, absorbido por las paredes.
No hubo respuesta. Solo el eco de sus propios pasos.
Ramiro se movió con la precisión de un atleta en pánico. Su mente, habitualmente calibrada para la velocidad y la estrategia de la carrera, ahora cartografiaba este espacio desconocido. Tenía que pensar como el cazador, como el hombre que había espiado. ¿Dónde llevaría a su víctima? A un lugar discreto, rápido, donde el ruido no llegara a las aulas.
Corrió por el pasillo principal, pasando frente a un letrero que indicaba: Servicios. La puerta más cercana que se ajustaba a ese criterio, la más obvia para un ataque rápido, era la del baño de mujeres, justo antes de la curva hacia los camerinos. Estaba ligeramente abierta.
Redujo la marcha. Su respiración era superficial.
Se acercó a la puerta del baño, pegándose a la pared. Pudo escuchar un