Capítulo 45. El Ascenso de Vesper: Fuego y Diluvio
El foco de luz se clavó en el centro del escenario, un círculo de terciopelo carmesí que se sentía como un altar. La audiencia era una masa oscura de siluetas, sus gritos y silbidos un rugido que no buscaba la ovación, sino la carne. Arriba, en el balcón principal, Ramiro y sus secuaces se inclinaban sobre la barandilla, sus ojos depredadores, listos para ver la caída.
Vesper apareció por el lado del escenario, no caminando, sino deslizándose, su figura envuelta en ese traje de lava solidificada que atrapaba y multiplicaba la luz. Los tacones de quince centímetros la elevaban como una diosa de guerra, cada paso un golpe de tambor. La música comenzó, no con un ritmo típico de striptease, sino con una sinfonía dramática, una mezcla de cuerdas operísticas y un beat electrónico pesado que resonaba en el pecho. Era la banda sonora de una tragedia épica.
Vesper se acercó al tubo, que parecía una columna de acero brillante que ascendía hasta el cielo del club. Su movimiento no era la coquete