Kael.
El aire olía a tierra mojada porque esa mañana llovió un rato. El sol estaba en su máximo punto, marcando nuestro destino con su radiante iluminación. Me apoyé contra el tronco del árbol en la entrada del pueblo, observando el bosque a la distancia.
Estábamos a punto de partir para acabar contra el clan de vampiros que aniquiló a la manada de Nuria, y aunque mi expresión era de calma absoluta, mi mente calculaba cada posible desenlace.
—¿Por qué tarda tanto? —preguntó Celeste.
Nuria era la única que faltaba para poder irnos. Ya estábamos todos: Sebas, Oliver, Marcela, Nolan y Celeste. Cada mirada expresaba una emoción diferente.
—Pienso que se está despidiendo de su hermana —murmuró Nolan, cruzado de brazos y sin darle importancia—. Van a separarse durante lo que dure la batalla.
Pude notar que Marcela frunció el ceño.
—¿También te volviste amigo de Nuria? —cuestionó, sin sonar agresiva.
Lo que le pasó con Marcus la marcó bastante.
—De hecho, sí —respondió Nolan, con una