Narrador
En la cabaña de los mellizos, el caos tenía nombre: Preparativos.
Sienna caminaba con un cuaderno entre las manos, con anotaciones en crayón que decían cosas como “globo con cara de lobo” y “pastel que no explote ni tenga sabor a error.”
Kenzo, mientras tanto, estaba en modo decoración: había amarrado tres cintas al mismo clavo, colgado una flor boca abajo y preguntado cuatro veces si el pastel podía tener pelaje.
Kael y Oliver trabajaban al fondo como dos padres comprometidos con una misión de espionaje festivo. Era el cumpleaños de Miriam, y la sorpresa tenía que estar a la altura de sus ocurrencias, su dulzura… y su capacidad de crítica honesta de seis años recién cumplidos.
Kael tallaba ramas para crear un arco rústico con lunas y estrellas. Oliver inflaba globos en formas dudosas.
—¿Es un conejo o una coliflor? —preguntó Sienna al ver uno.
Kenzo ayudaba pasando materiales, aunque uno de los globos estalló en su cara y ahora llevaba una corona hecha de cinta adhesiva