Capítulo 135: Íntimo

Celeste.

La noche siguiente fue más tranquila.

Después de la odisea de Kael con las fresas, que por cierto, estaban deliciosas, nos quedamos dormidos abrazados, con su brazo rodeando mi cintura y su respiración cálida en mi cuello. Me desperté antes que él, algo raro, y me quedé observándolo mientras dormía.

Nunca pensé que ver a alguien dormir pudiera ser tan reconfortante.

Cuando abrió los ojos, me sonrió con esa expresión suave que solo me mostraba a mí.

—¿Estás bien? —preguntó, acariciándome el cabello.

—Sí. Sólo… pensando.

—¿En qué?

—En todo lo que viene. En los bebés. Y en nosotros, por supuesto. Sigo sin poder creerme esto —susurré, nostálgica.

Kael se incorporó, apoyando la espalda contra el cabecero de la cama. Me tomó de la mano y me atrajo hacia él, hasta que quedé recostada sobre su pecho.

—¿Tienes miedo? —preguntó en voz baja, acariciando mi hombro.

—Un poco —admití—. No del parto, ni del dolor. Eso lo puedo soportar. Me da miedo no estar a la altura. No saber qué hacer
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