Kael.
Días después…
El sol estaba comenzando a bajar, tiñendo el cielo de un naranja suave que se deslizaba entre las ramas del jardín.
El aire olía a tierra húmeda y a flores recién regadas. Estaba de pie junto a Nolan, con los planos de la boda extendidos sobre una mesa de concreto entre arbustos y faroles colgantes. A nuestro alrededor, el jardín parecía un lienzo en blanco, esperando ser transformado.
—Quiero que sea extravagante —dije, señalando con el dedo una de las esquinas del dibujo—. Flores por todas partes. No solo rosas o lirios. Quiero variedad. Colores. Vida. Que parezca un bosque encantado. A Celeste le encantará ese tipo de decoración. ¿Qué opinas?
Nolan asintió, con una sonrisa tranquila.
—Me encanta. La variedad siempre se ve bien, sobre todo en las flores.
—Bien. ¿Cómo va todo? —Me mordí el labio—. Uff, estoy bastante nervioso por esto.
—Ya hablé con el encargado de la decoración. Tiene todo listo. Incluso consiguió esas flores azules que le gustan a Celeste.