88. Está funcionando.
El sonido de pasos sigilosos rompió la quietud de la estancia. Nadie hablaba; todos parecían contener la respiración. Esa era la única melodía en ese santuario improvisado, donde la vida pendía de un hilo. Incluso el aire parecía haberse retirado, como si temiera perturbar el frágil límite entre la existencia y el abismo.
La figura de Raven emergió de la penumbra como si siempre hubiera estado allí. Su andar era casi incorpóreo, pero su sola presencia alteró la frecuencia del ambiente, como un animal invisible que todos los cuerpos sienten antes de verlo. El cuarto se tensó con él, como si reconociera que lo que entraba no era un hombre, sino una criatura antigua, algo más allá del tiempo, más allá del juicio humano.
Rowan, con los ojos muy abiertos, lo observaba fijamente, sin rastro del miedo que atenazaba a los adultos. Su pequeño rostro reflejaba una seriedad impropia de su edad, la carga de la urgencia que había sentido y transmitido en su silenciosa llamada.
El abrigo oscuro que