118. Lo hiciste hijo.
— Ahora es más fuerte — susurró Raven, la preocupación marcándole la voz.
El silencio que siguió fue denso, casi sólido. Solo se oían los jadeos entrecortados de Isolde y los suaves quejidos de la recién nacida, envuelta en su calor. Alexander había desaparecido… pero su presencia seguía allí, flotando como un eco frío que se negaba a disiparse.
— Tenemos que irnos — dijo Damián al fin, rompiendo el silencio. Se inclinó para ayudar a Isolde a incorporarse, aunque sus ojos no se apartaban un segundo de la bebé que ella sostenía — Él volverá. Y no pienso esperarlo aquí.
Isolde asintió apenas, demasiado agotada para hablar, pero segura.
— Mamá... ¿estás bien? — Rowan, se acercó a ella. El color aún no había vuelto del todo a su rostro, pero su mirada estaba clara, intensa.
Isolde alzó la mirada hacia él y, aunque el dolor aún la atravesaba, sonrió con ternura.
— Lo estoy, mi cachorro... gracias a ti.
Rowan tragó saliva. El miedo aún le apretaba el pecho. No podía imaginar su mundo sin e