Capítulo 2.
Déborah.
El señor Ti siempre había sido considerado conmigo, él me dejaba descansar cada veinte minutos de carrera y se ofrecía a llevarme en su espalda cuando me cansaba.
Había estado trabajando en mi resistencia junto a los cachorros durante los últimos dos años, pero al parecer no era suficiente.
Algo me decía que no era solamente por yo ser una hembra y él un macho.
Ya habíamos llegado al territorio de los Supremos y solo faltaba recorrer un par de kilómetros hasta el lugar de encuentro.
-¿Agua? Hay un riachuelo por allí.- Dijo el señor Ti señalando detrás de un árbol.
-Eso no estaba la última vez que vine. - Murmuré intentando recuperar el aliento.
-Los Supremos nos ordenaron que desviaremos un poco el río para que los huéspedes no tuvieran que adentrarse tanto para conseguir agua. -Lo miré con curiosidad. - Nuestros entrenamientos pueden ser extraños para los lobos de afuera.
Se encogió de hombros.
-¿Es un entrenamiento muy difícil el que hace para mantener esa