Capítulo 6.
Media hora después Raptor y la manada me acompañaron a realizar la ceremonia para mi padre.
Consistía más que nada en ofrecer algunas oraciones y una pequeña bendición de agradecimiento. Después cada lobo de su manada le entregaría una ofrenda antes de incinerar el cuerpo y dejar que las cenizas se esparcieran por el territorio naturalmente.
Quien encendía el cuerpo podía ser su Luna o alguno de sus descendientes. En caso de no haber, el siguiente Alfa lo hacía o se llamaba al Alfa Supremo.
-Por tu tiempo, por tu protección, por mi bienestar, gracias te doy Alfa. Que Nuestra Gran Madre sea misericordiosa con tu alma y tu camino sea seguro a su reino. -Dije a media voz y los lobos detrás de mí lo repitieron. -Te ofrezco este frasco de azúcar, querido padre. Te amo y te llevaré en mi corazón por siempre.
Mi padre había muerto en su forma de lobo, por lo que no volvería a ver su rostro. Evité fijarme en sus heridas para no flaquear.
Coloqué el frasco sobre la tierra, justo enfr