Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que visité la tumba de mi nana. Extraño llevarle flores, sentarme junto a ella y contarle todo lo que ha sucedido. Han sido días agridulces en el castillo de la Reina. Nos han asignado habitaciones separadas: Arthur y Olivia duermen solos, mientras que yo comparto las noches con Bastian.
Debería sentirme agradecida por esta comodidad, pero no es así. Cada noche, los sollozos de mi hermana atraviesan las paredes, inconfundibles y desgarradores. Llora por Hilltop. Desde el día en que él dejó este mundo, Olivia no ha hecho otra cosa que lamentarse y derramar lágrimas. Su dolor es como una sombra constante, ineludible.
—Aquí estás. Llevo horas buscándote por todo el palacio.
Como siempre, mis pensamientos son interrumpidos.
—Lo siento—respondí, colocando la mano en mi barbilla—este rincón se ha convertido en mi refugio desde que llegamos.
—Y cómo no serlo—contestó Arthur, mirando hacia el horizonte—desde aquí se extiende el bosque, y más allá, t