11. Necesito hablar contigo.
Renata Wallace sostenía una copa de champán entre los dedos, observando a Byron desde la distancia con esa calma altiva y venenosa que solo alguien como ella podía fingir.
Sus ojos siguieron a la mujer pelirroja que se perdía rápidamente entre la multitud. Hubo un brillo de interés, de desconfianza, una alarma sutil en su mirada antes de posar el interés de nuevo en su hijo, que ahora bailaba con su prometida.
La prometida que ella misma le había impuesto.
Renata dio un pequeño sorbo, ladeando una sonrisa que apenas movió sus labios. El espectáculo era suyo, al fin y al cabo. Todo en esa sala, hasta el destino de su hijo, se movía a su antojo, como piezas de ajedrez.
Mientras tanto, Sabrina, al sentir que el peligro de aquella desconocida se había disipado, se permitió respirar de nuevo.
La canción terminó y, con una sonrisa controlada, se apartó de Byron.
— Voy a por algo de champán
Cruzó la sala con paso elegante hasta llegar junto a su futura suegra.
— Una noche maravillosa, ¿no