Capítulo 18. Bajo la tormenta de los celos
El cielo de Buenos Aires se encontraba cubierto por nubes grises, anunciando una tormenta que parecía sincronizarse con el ambiente denso que se respiraba dentro de uno de los casinos principales de Edgardo Montenegro, ubicado en Puerto Madero. Las luces brillaban, las máquinas sonaban, y la tensión flotaba como un perfume invisible.
Rebecca caminaba entre las mesas con un vestido negro ceñido, elegante y provocador. Su cabello caía en ondas suaves sobre su espalda, y sus ojos verdes escaneaban el lugar, buscando a Edgardo, que se había apartado tras una llamada. Desde la distancia, sentía las miradas que se posaban sobre ella, pero sólo una le importaba, y sólo una lograba hacerle latir, todavía, el corazón con fuerza.
—¿Buscas a alguien? —dijo una voz detrás de ella.
Rebecca giró con rapidez y se encontró con Elías. Alto, de porte distinguido, y con una sonrisa que destilaba confianza y peligro. Él vestía un traje azul marino, sin corbata, con el primer botón de la camisa desa