Una vez que terminaron de desayunar juntos, Alessandro se marchó, no sin antes pedirle a Natalia que saliera un rato a despejarse. Había notado que llevaba varios días en casa, demasiado encerrada en sí misma, y pensaba que un paseo le haría bien.
A Natalia le pareció una idea excelente. Además, después de la noche apasionada que habían compartido, se sentía más ligera, con fuerzas renovadas. Había tomado una decisión: hablaría con Alessandro y le contaría lo que estaba pasando. Quería hacerlo con claridad, mirándolo a los ojos.
Para aclarar su mente antes de aquella conversación, decidió darse un respiro. Recordó lo que siempre decía Mery: “no hay nada mejor que un poco de belleza y mimos para ordenar las ideas”. Así que fue al salón que frecuentaban algunas de sus compañeras de pasarela.
Al cruzar la puerta, se encontró con alguien que no esperaba: Anabella. La última persona que quería ver. Desde que le había revelado lo de su matrimonio falso, apenas se habían cruzado, pero Natali