Hay tres maneras de hacer las cosas: bien, mal y como yo las hago
Alessandro Farreti
Alessandro se acercó a Natalia con paso firme, la mandíbula apretada.
—Vámonos —dijo, la voz tan dura como el plomo en su rostro.
Naty clavó la vista en su amiga, que no estaba en sus cinco sentidos; no podía irse y dejarla allí a merced de cualquiera. Algo se tensó en su pecho.
—No puedo dejar a Mery aquí —murmuró, la voz baja, urgente.
Alessandro maldijo entre dientes y, sin más, le agarró el brazo con fuerza y la arrastró hacia la salida del local. La música y las risas se desvanecían tras ellos como un murmullo lejano.
—¡Maledizione! Nos vamos ahora mismo.
—¡Suéltame, bruto! —explotó ella, zafándose, con la furia encendiendo sus mejillas. Alessandro cedió y la soltó de inmediato. —Mery está mal, necesito llevarla a su casa.
Él le devolvió la mirada, cortante.
—No. Súbete al carro ahora mismo. —La voz de Alessandro estaba contenida, peligrosa.
—No lo haré. —Natalia clavó los puños en las caderas, p