Julieta
No me había dado cuenta de que podía convocar a extraños con la mente, pero después de mentirle al guardia sobre un hombre corriendo por el patio, parece que he convocado a uno a mi habitación. Lleva un uniforme gris de catering, pero no parece que haya venido a servirme tiramisú.
–Agáchate –grita, pero yo ya estoy varios pasos adelante.
Ruedo por el suelo, intentando agarrar el arma como si estuviera en una película de acción, pero mi intento heroico se ve frustrado cuando el catering me arrebata la pistola y me empuja a un lado.
Caigo, golpeándome el hombro y rodando sobre mi espalda. Cuando levanto la cabeza, los disparos ya retumban fuerte y claro en los confines de mi dormitorio.
El guardia retrocede tambaleándose, sin tiempo para reaccionar antes de ser alcanzado por las balas. Sus ojos se abren de par en par al darse cuenta de que estos son sus últimos momentos, y juro que puedo ver su alma saliendo de su cuerpo por el aire. Quien sea este tipo, no está jugando.
Retroce