MARCELLO
He estado durmiendo lejos de Keily, principalmente porque está furiosa conmigo por, supuestamente, arruinarle la carrera. Mis hombres lograron traer pruebas de que está aquí con una visa de trabajo para una empresa de diseño de productos, y ahora me doy cuenta de que su estatus como turista estadounidense desaparecida podría convertirse en un gran problema para mí.
Cuando regreso al dormitorio para llevarle algo de comida, ella está tumbada boca arriba, mirando el techo con el ceño fruncido.
—Se suponía que hoy tenía que dar una presentación —gruñe, sin mirarme en absoluto. Está tan rígida que parece un cadáver.
—Mira, entiendo que estés molesta por lo del trabajo, pero tengo buenas noticias. No pueden despedirte si renuncias, y eso se verá mucho mejor en tu historial laboral —digo, dejando el plato de huevos y papas sobre la cama junto a ella.
Sus ojos arden con aún más resentimiento y furia mientras gira la cabeza para mirarme por primera vez en toda la mañana.
—¡No puedo r