Morgan
—Huiría si tuviera un lugar mejor a donde ir —respondí con frialdad, aunque no me creía ni a mí misma.
El se echó a reír, una risa grave y profunda que me hizo odiarlo un poco más. Y desearlo aún más.
—Me alegra que no hayas huido. Anoche fue... interesante.
—No me recuerdes anoche —gruñí, pasando de largo para buscar mi ropa tirada por el suelo.
—¿Por qué no? —insistió con esa maldita sonrisa suya mientras se recostaba en la cama, sus ojos grises siguiéndome como un depredador acechando a su presa. —Apuesto a que no te arrepientes de nada.
—Eres un idiota, Stefan. —Escupí las palabras con rabia, más hacia mí misma que hacia él.
—Y tú una mentirosa —dijo con calma, como si mi furia no lo afectara en absoluto. —Pero está bien, puedes seguir negándolo. Ya te darás cuenta de lo que realmente quieres.
Ignoré su comentario y terminé de vestirme, mi corazón latiendo con fuerza contra mis costillas. No podía dejar que él tuviera ese poder sobre mí. No podía permitir qu