Morgan
El recogido en mi cabello era perfecto, con mechones sueltos que enmarcaban mi rostro de manera suave. Mi maquillaje resaltaba mis ojos verdes, haciéndolos parecer más intensos de lo habitual, con un toque ahumado que añadía un aire misterioso. Mis labios, pintados de un rojo oscuro, eran una provocación en sí misma.
—¿Te gusta? —preguntó Bianca, y por un segundo juraría que había un toque genuino de preocupación en su voz.
—Sí... —admití con un suspiro—. Supongo que no está tan mal.
—¿No está tan mal? —rió Bianca mientras me daba un golpecito en el brazo—. Por favor, Morgan. Vas a dejar a mi hermano sin palabras, y créeme, eso no pasa nunca.
Mis manos temblaban un poco, pero me negaba a permitir que el pánico se apoderara de mí.
—Bueno, es hora —dijo una de las mujeres que había estado ayudando, su tono eficiente y profesional.
—Gracias por todo —murmuré, aunque mi voz sonó más como un eco.
—Todo va a salir bien —Bianca me ofreció una sonrisa que, contra todo p