Narra Mery
No sé cómo llegué a esta situación.
—Siento cómo alguien toca mi cuerpo... —me levanto, mirando alrededor—. Gracias a Dios, estaba con mi nana.
—Mi niña... —se acerca acariciando mis manos—. Duraste siete días en estado vegetal —baja la mirada—. Pensé que estabas muerta. —En ese momento, le caen lágrimas—. Mira cómo te dejaron, mi niña...
—Nana, no llores, que me duele verte así —tomo su rostro, sonriendo. Me levanto de la cama y empiezo a bailar—. ¡Mira, Nana, estoy bien! Solo unos tontos golpes... pero luego se quitan. —Tomo sus manos—. Nana, deja de llorar.
—Mi niña, siempre sacando sonrisas —dice, limpiándose las lágrimas. Toma una bolsa y me entrega un vestido—. Feliz cumpleaños, mi niña.
—Gracias, Nana —le digo con una sonrisa y la abrazo con fuerza—. Quiero que, por un solo momento, sea una chica normal.
Nana me mira y toma mis mejillas con cariño.
—Estamos solas. Tu tía no está, así que hoy iremos al cine... así como hacen las amigas.
—¿En serio, Nana? Pero tú sería