Afuera, el sol estaba ya en lo alto, disipando la niebla del patio. Pero en su interior, esa niebla seguía presente. Porque no provenía del aire… sino del juego que se volvía más profundo.
En medio de ese juego, alfa y luna sabían que cada paso siguiente decidiría no solo sus dominios, sino también quién lideraría cuando cambiara la estación.
El aire fuera del castillo estaba más frío de lo que Seraphine había previsto para esa mañana. El viento del sur traía olor a tierra húmeda y algo más… un aroma familiar para quienes alguna vez habían visto el lado salvaje de la manada.
Alaric caminaba a su lado, sus ojos repasando cada rincón del patio como un lobo asegurando su territorio. No dijo nada, pero la tensión en su mandíbula le indicó a Seraphine que sus pensamientos iban más