En una pequeña sala cerca de la escalera de piedra, se detuvieron. Desde ahí, podían ver el patio inferior, donde los sirvientes comenzaban su labor, pero el sonido alrededor estaba amortiguado, como si todo ocurriera tras un cristal grueso.
—Quiero saber quién tiene el valor de poner a prueba a dos frentes a la vez —dijo Seraphine—. La fuerza de tu espada y la fuerza de mi lengua.
Alaric la miró por largo rato.
—Si nos ponen a prueba, significa que nos ven como una unidad. Y eso… es peligroso y ventajoso a la vez.
—¿Ventajoso?
—Porque si dan un paso en falso, enfrentarán a dos enemigos que no juegan con las mismas reglas.
Seraphine caminó lentamente hacia la ventana, observando la línea del bosque a lo lejos. La luz de la mañana empezaba a disipar la niebla en las copas, pero en el suelo las somb