SABRINA
—¡Entonces pregunta lo que quieras! Responderé todas las dudas que tengas y sabrás todo de mí, si eso necesitas para aceptarme de nuevo.
—Lo haces parecer demasiado fácil… —dije con sorna, pasando una mano por mi pelo.
—¡¿Entonces, qué quieres?! —preguntó con frustración—. ¡Dime! ¿Qué tengo que hacer para que regreses conmigo?
Lo vi de soslayo, pensando en qué le diría. Podría ponérselo fácil y que se quedara aquí, hasta que nos termináramos de entender y yo supiera las cosas que necesitaba saber. Sin embargo, no resultaría para mí porque necesitaba tiempo.
—Conquístame —propuse con convicción—. Invítame a salir, cuéntame de ti y de tu pasado, como yo lo hice… pero dejándome tomar las cosas a mi tiempo y a mi modo, sin presionarme ni querer acelerar las cosas.
Entornó los ojos y se mordió el labio.
—Creí que ya te había enamorado… —respondió confundido.
—También me has desencantado, pero si es mucho pedir, puedes tomar tu maleta y regresar por dónde has venido. —Señalé la puer