PIERO
Dormía dulce y apacible entre mis brazos, aunque la luz de fuera alumbrara la habitación. Con una tonta sonrisa me repetí internamente que debía comprar unas cortinas.
Mis dedos rozaron su espalda desnuda, mientras en mi pecho se formaba un sentimiento al que intentaba darle nombre: ¿Amor? Tal vez. Sin embargo, iba más allá de un amor simple. Comprendí anoche, que aunque deseaba poseerla, caer con ella en la cama y hacerla mía, no era lo más importante que me jalaba a Sabrina, sino más bien, era el complemento perfecto a la emoción infinita que había descubierto cuando me contuve de hacer solo lo que el deseo gritaba.
Era verdad que la pasión me quemaba cuando estaba cerca, pero también era cierto que su sola compañía me hacía soñar despierto, deseando con fervor una vida que estaba lejos de mí, siendo ella mi única realidad, enterrando un pasado del que no estaba orgulloso.
Anoche, cuando sus ojos se anclaron a los míos, pude hurgar en lo profundo de su ser y darme cuenta de qu