SABRINA
Reencontrarme con Jason había sido una gran sorpresa para mí, y aunque me sentí intimidada por su cercanía y confundida por sus palabras, agradecí profundamente el gesto de Piero para salvar el momento.
—¿Te encuentras bien? —preguntó de regreso al jardín, luego de dejar con la boca abierta a mi antiguo prometido.
—Sí, gracias.
—Y ese hombre…
—Es Jason. —Suspiré—. El hombre con quien iba a casarme. —Sujetaba el brazo de Piero y su mano acarició la mía, deteniendo nuestro avance.
—¿Todavía te importa? —indagó con suavidad y negué con una sonrisa.
—En absoluto, pero no voy a negar que me sorprende verlo aquí.
—Tal vez, Alison y Lucio puedan responderte eso.
—No —negué con seguridad—. No necesito saber qué hace aquí, porque ya no me interesa —afirmé y él sonrió con satisfacción—. Muchas gracias por intervenir.
—Era mi deber de esposo —bromeó y me mordí el labio inferior.
—¿Me dirás que estás celoso? —lo provoqué y su respuesta fue tomarme por la cintura y acercar mi cuerpo al suy