Laura Visconti toma una decisión desgarradora: abandona a su esposo, Martín, en el momento más crítico de sus vidas, persiguiendo un sueño de fama y fortuna como modelo. Seis años después, regresa a su hogar, no solo con un pequeño hijo, Lucas, sino también con un corazón lleno de anhelos y la determinación de reconstruir su vida. Su madre, enferma, y la necesidad de ofrecerle a Lucas la estabilidad que tanto necesita la impulsan a buscar redención.Sin embargo, el reencuentro con Martín no será fácil. La chispa entre ellos resurge con fuerza, pero también lo hace el profundo resentimiento que él siente por su traición. Martín ha estado lidiando con su dolor y su odio, decidido a castigar a Laura por el sufrimiento que le causó.¿Podrá el amor verdadero superar el rencor y las heridas del pasado? A medida que los secretos se desvelan y las emociones se intensifican, Laura y Martín se enfrentan a la pregunta más difícil: ¿Es posible perdonar y darse otra oportunidad, o el sacrificio de un amor perdido es irreversible?
Ler maisCanadá.
Cuando bajaron del avión, Lucas miró a su madre con ojos curiosos. —¿Han venido los abuelos a buscarnos, mami? —preguntó, buscando a su alrededor. —No, cariño. Pero nos esperan en casa. Pronto llegamos —le respondió, tratando de contagiarle su entusiasmo. Él asintió con gesto feliz y caminaron hacia donde estaban los taxistas. Una vez en el auto, los recuerdos felices y no tanto que había vivido allí, en Canadá años atrás, comenzaban a bombardear su cabeza. Pero, respiró profundo e intentó disfrutar el momento como lo hacía su hijo. Sonrió al ver su carita colorada y animada mientras observaba el paisaje que pasaba rápidamente. A mitad del camino, durante la parada del taxi para repostar, Laura llevó a Lucas a pasear por la tienda. Sin embargo, cuando echó un vistazo casual por la ventana, vio a una mujer hermosa bajar de un Rolls-Royce Phantom negro. Martin le había prometido que, cuando superaran los tiempos difíciles, le compraría un coche así. Laura sonrió con ironía; en aquel entonces, ambos eran demasiado ingenuos. Pero al segundo siguiente, su expresión se congeló: su exmarido, Martin, bajó del coche por el otro lado. Laura sintió como su mundo se detuvo al verlo. Habían pasado seis años y seguía luciendo igual de atractivo. Era el mismo hombre del que se había enamorado desde el primer instante. No quería ser vista por él. Entonces, caminó con prisa para poder pagar rápidamente y marcharse lo antes posible. De pronto, Lucas se acercó corriendo a ella con una bolsa de snacks. —¿Me compras esto, mami? —preguntó, y rápidamente Laura asintió, intentando mantener la calma. Tomó la bolsa de snacks y sacó unas monedas con prisa para pagar las cosas . Luego, salió rápidamente del local y casi arrastró a Lucas hasta el auto. Sin embargo , sintió una mirada intensa sobre ella. Sin querer volteó hacia donde estaba Martín, cargando combustible. Sus ojos se encontraron, y la expresión de Martín cambió al reconocerla. Enseguida, él hizo un gesto, como si quisiera hablarle, pero, sin dudarlo, Laura subió al taxi y cerró la puerta. Mientras se alejaba, pudo mirarlo con más calma, y la culpa, el dolor y el amor interminable que aún sentía, casi la arrastraron hasta un abismo denso. Todos los sonidos desaparecieron, dejando solo a una Laura incapaz de respirar y un corazón que latía con fuerza. Al llegar a casa, Laura sintió que volvía a estar en paz. Los gratos recuerdos de su familia la envolvieron. —¡Abuelitos! —gritó Lucas, arrojándose sobre ellos y ellos los recibieron con derroche de alegría. A pesar de estar gravemente enferma, su madre Elena hizo un esfuerzo para mantenerse enérgica y recibirlos. Al ver cómo su madre tomaba en secreto un analgésico, Laura calculó en silencio sus ahorros restantes. Descontando el alquiler y la matrícula de Lucas, todo lo que le quedaba apenas alcanzaba para pagar la cirugía de su madre. … Más tarde, luego de la algarabía inicial del reencuentro , Laura se sentó exhausta frente al espejo del tocador en su habitación. había hecho una limpieza a su alcoba que estuvo cerrada mucho tiempo. De pronto, La imagen de Martin se dibujó de nuevo frente a ella, en el espejo, aún se sentía afectada por verlo, sin embargo sus pensamientos se disiparon rápidamente al notar su cuello desnudo , su corazón se disparó. Su collar no estaba. Aterrada, miró el piso, esperando encontrarlo tirado. Era un objeto del que nunca pudo desprenderse, el único recuerdo que aún conservaba de Martín. "¿Será que lo perdí al tirar la basura?" pensó con ansiedad. Así que bajó corriendo a revisar el cubo en la entrada de la casa . Buscaba desesperadamente entre una pila de objetos de olor desagradable, hasta que las lágrimas nublaron su vista solo de imaginar que tal vez, no lo encontraría. Se sintió triste e impotente. Ese collar era el recordatorio de los momentos felices que vivió junto a Martin. Frustrada quiso entrar a casa Pero de repente, una voz familiar la hizo brincar del susto. —Con que no fue una visión. Has vuelto, la misma Laura Visconti aquí, de vuelta en Canadá—Volteó y allí estaba él. Odiaba la forma en que la ponía nerviosa al verlo, y aún más odiaba esta escena incómoda de reencuentro. Ella olía a basura y tenía trozos de papel pegados en el cabello así que se limpió un poco con torpeza y nerviosismo. Martín la miraba con gesto serio, aunque parecía tan nervioso como ella. —¿Has caído tan bajo que tienes que rebuscar en la basura? Parece que mi sueño se ha hecho realidad, verte destruida es poco para lo que te deseo, Laura —sus ojos estaban fijos en ella. —¿Qué haces aquí? —preguntó ella , retrocediendo. Su corazón latía con frenesí. Intentó controlar su respiración para dominar su cuerpo ante su mirada escrutadora. — Solo ver si pudiste conseguir la fama y el prestigio que buscabas cuando huiste con tu amante. —Por favor, vete, Martín —dijo ella , tratando de parecer serena, pero en realidad temblaba de pies a cabeza con su presencia. Él sonrió con ironía. Luego volvió a mirarla. —¿Estás aquí porque tu perfecta vida se acabó? ¿O porque tu amante descubrió que su adorable mujer no es más que una arribista interesada? —dijo mirándola con desprecio. —Pues, mi amante, como tú le llamas, y yo estamos muy bien. Más felices que nunca. ¿Y tú? Supe por la prensa que salias con alguien muy rápido. Veo que no te fue difícil olvidarme —dijo, mirándolo con gesto decidido. Entonces la dulce voz de Lucas los interrumpió. —Mami, ¿puedo comer golosinas antes de la cena? —preguntó, trayendo en su mano una paleta. Laura exhaló hondo. —Por supuesto, cariño. Pero solo una, ¿sí? —Él asintió satisfecho. Martín sonrió con cinismo. La expresión de su rostro cambió drásticamente. —¿Ya tienen un hijo...? ¿Cuántos años tiene? ¿Unos cuatro o cinco años? ¿Cómo pudiste ser tan fría? Acababas de dejarme y rápidamente quedaste embarazada de otro... ¡Ahora, te desconozco más que nunca, Laura!—Laura alzó a Lucas en sus brazos. —No es el momento ni el lugar, Martín. No pienso seguir oyendo tus insultos. Vete con tu mujer y, por favor, déjame en paz —dijo, caminando de prisa para entrar a la casa pero lo oyó suspirar y se detuvo. —No sé por qué vine —dijo. Laura lo miró con tristeza—. Quizás en el fondo creía que estabas arrepentida y tenía la ilusión de que al menos serías capaz de pedirme perdón por traicionarme del modo que lo hiciste. Qué equivocado estaba contigo, Laura—le dedicó una última mirada de desdén, y Elena, que miraba por la ventana, se acercó y tomó a Lucas, que parecía percibir la tristeza de su madre y la miraba con ojos cristalizados. Laura se contuvo para no llorar frente a todos mientras Martín subía al auto para marcharse .Adentro , en el hospital, la recepción estaba llena de actividad. Laura se acercó a la enfermera en la entrada, su corazón latiendo con fuerza. Preguntó por él con voz temblorosa.—En la sala de emergencias, vaya por ese lado—respondió la enfermera, con una mirada de compasión.Laura sintió que se le escapaba la esperanza. Enseguida corrió por el pasillo y fue cuando entre la gente miró a Irene y también a la señora Ariadna. Respiró hondo y se dirigió hasta ellas. —¿ Que haces aquí? Esto es tu culpa. Nunca debiste llegar a la vida de mi hijo. Solo le has traído desgracias — dijo Irene al verla. Laura sollozó. No tenía fuerzas para pelear. Ariadna le hizo señas con su mano para que se acercara. Laura caminó hasta ella con ansiedad. —¿ Cómo está Martin? ¿ Que dicen los médicos?— preguntó con ansias. — Martín no está bien cariño— dijo Ariadna llorosa. Entonces tomó sus manos con fuerza. — Gracias por venir. Yo confío en la providencia. Mi hijo se salvará — dijo. Laura suspiró aterr
Laura había llegado a Francia con la mente llena de sueños y expectativas. La nueva vida que había planeado parecía perfecta, un nuevo comienzo lejos del dolor y del pasado. Habían llegado al hotel y eran las dos de la mañana. David la dejó en una habitación junto con Lucas y el dormiría en otra. A la mañana siguiente irían a conocer la ciudad y mirarían casas. Tenían muchos planes y se sentía muy emocionados.— Extraño a papi — dijo Lucas cuando Laura lo acostó y besó su frente. Laura sintió un peso en su corazón. Ahora estaban tan lejos. No sabía si eso la aliviaba o la torturaba. — Cuando amanezca podrás llamarlo cariño. Ahora duerme. Mañana iremos a conocer la ciudad. Te gustará — El sonrió triste y cerró los ojos. Laura intentó pensar en él futuro maravilloso que le aguardaba y no en el pasado que había dejado en Canadá. Sin embargo, en el momento en que su teléfono sonó, su mundo se desmoronó. Era un número desconocido. —Laura, soy el enfermero de la señora Ariadna. Necesit
Martín había pasado toda la tarde bebiendo. No quería seguir pensando en Laura al lado de otro hombre. La imagen de ellos juntos lo torturaba, imaginándolos en una cama, riendo, compartiendo momentos que alguna vez había creído que serían solo suyos. La angustia se transformaba en rabia y desesperación a medida que el alcohol corría por sus venas. Debía hacer algo. Por última vez, alentado por los tragos, decidió ir a ver a Laura. Tenía que insistirle para que no cometiera la locura de casarse con alguien a quien no amaba....—Martin... cuánto tiempo —dijo el padre de Laura, abriendo la puerta. Su rostro reflejaba sorpresa y desconfianza.—¿Está Laura? —Era lo único en lo que podía pensar. Su voz temblaba, cargada de ansiedad.El padre de Laura le dio la noticia que lo dejó helado: Laura había salido minutos antes hacia el aeropuerto.—Si te apuras, puede que la alcances e impidas que se case sin amor —le dijo, y Martín sintió que su corazón aceleró. Sin pensarlo dos veces, corrió
Laura se sentó en el sofá, sintiendo el peso de la decisión que había tomado. Miraba a Lucas jugar en el suelo, su risa era un bálsamo para su alma, pero también un recordatorio constante de que su vida debía cambiar. Había pasado demasiado tiempo sintiéndose atrapada en un ciclo de dolor y desconfianza. La presencia de Martín siempre había sido una mezcla de amor y sufrimiento, y había llegado a la conclusión de que, mientras permaneciera a su lado, tanto ella como su hijo estarían constantemente en peligro. Aún no aparecía Bárbara, y eso amenazaba su paz. Debía alejarse de todo ese pasado.Los recuerdos de su relación con Martín la atormentaban. Las promesas rotas, las discusiones y el hecho de que no hubiera sido capaz de defender su amor. A pesar de que una parte de ella aún lo amaba con toda su alma, había decidido que era hora de dejar atrás el pasado y buscar un futuro más brillante para ella y Lucas. Sin embargo, la idea de renunciar a Martín, el amor de su vida, la llenaba
Martín intentó por todos los medios comunicarse con Laura. Pasaba tiempo con Lucas, su hijo, pero su mente siempre estaba ocupada por la ausencia de Laura. A veces, se sentía como un espectador en su propia vida, atrapado en un limbo de tristeza y anhelo.—¿Sabes que David le llevó flores a mamita? —preguntó Lucas un día mientras compartían un helado en el parque. Su voz era alegre, pero Martín sintió que su sangre hervía al escuchar el nombre de David.—Y el otro día los tres vimos películas. Mamá llora mucho, pero dice que David es bueno y la hace reír —continuó Lucas, ajeno a la tormenta emocional que se desataba en su padre.Martín sonrió con amabilidad, aunque su corazón se sentía como si estuviera siendo aplastado.—Pero quiero que regreses a casa —dijo Lucas con un gesto triste, lo que hizo que el dolor de Martín se intensificara.—Pronto, hijo. Hablaré con tu madre para que vengas el fin de semana. ¿Te gustaría? —Lucas abrió los ojos como platos, iluminando su rostro con una so
El hospital estaba lleno de un bullicio constante de enfermeras y médicos, pero para Martín, todo sonaba como un eco distante. Se había dejado llevar por la preocupación cuando Belinda, con una actuación convincente, había fingido sentirse mal. La mujer sabía que ese era el dia de la venganza de Barbara y no deseaba que Martin estuviera cerca, en la empresa y pusiera de algún modo frustrar los planes. Así que fingió fuertes dolores y le rogó a Martin que la llevara a la clínica. Martín , la había llevado creyendo que su estado era grave, pero algo no encajaba.Mientras esperaba en la sala de emergencias, Martín sintió que su instinto le decía que había algo más detrás de la actuación de Belinda. Ella no soltaba el teléfono y parecía muy relajada. — Pase señora , el doctor la revisará — dijo la enfermera. Barbara entró rápidamente y poco después salió. Parecía preocupada. Ya no lucia tan entusiasmada. Martín quiso entrar a hablar con el médico. Belinda le rogó que no lo hiciera pu
Último capítulo